La restauración ecológica debe verse siempre desde una perspectiva holística. Para poder llegar a restaurar los ecosistemas degradados tenemos que enfocar las políticas de manera que contemple una componente ecológica, económica, social y cultural.
Los autores Clewell y Aronson en 2007 (1) proponen la división de estos valores o categorías en cuatro grupos. Por un lado subdividen los valores en valores personales o valores culturales siempre que se trate de una percepción subjetiva a nivel individual o colectivo respectivamente. Y dentro de la percepción objetiva diferencian entre categorías ecológicas (individual) o categorías socioeconómicas (colectivo).
Es necesaria la integración a todas las escalas no solamente de la visión más ecológica, sino también socio-económica y cultural, para restaurar el denominado capital natural. El término “capital natural” se refiere a los “recursos renovables y no renovables que se producen independientemente de la acción humana ” (Daly y Cobb 1989 (2)), de los cuales se derivan los bienes y servicios esenciales para la subsistencia humana.
La restauración del capital natural (RCN) comprende toda actividad de inversión en la renovación y en el mantenimiento de los ‘stocks’ del capital natural para mejorar y mantener los flujos de bienes y servicios de los ecosistemas por el bienestar de la gente (Aronson, Milton & Blignaut, 2007 (3)).